viernes, 26 de agosto de 2011

¿Por qué no nos comunicamos?


El dialogo puede ser “peligroso”, porque en definitiva se corre el riesgo de llegar a un acuerdo.

             
Es impresionante verificar como en este mundo, más pequeño que hace 15 años producto de las redes sociales y avances tecnológicos, nos comunicamos peor que antes o simplemente no nos comunicamos.
La paradoja reside en que si hacemos una encuesta, seguramente la gente opinaría que hoy nos comunicamos más rápido y mucho más que antes. Que las redes sociales, facebook , twitter, messenger, mail, Skype, etc, nos permiten tener una mayor y más desarrollada comunicación. Pero una cosa es comunicación y otra es una conversación digital.
Que implica una y otra. Las conversaciones digitales son simplemente un juego de conversaciones impersonales; que no comprometen a las personas: no hay emoción; la mayoría de las veces carentes del peso de la responsabilidad de quien las emite; pensadas y escritas de modo telegráfico, por lo tanto, sin la profundización que requiere; son una especie de juegos de palabras para decir lo que supuestamente pienso, siento o hago; el uso de símbolos o iconos remplaza la calidez de la emoción ( JLC:) ). Otra característica es que esperamos una respuesta rápida, casi inmediata de quien esta “al otro lado”, sino simplemente buscamos otro “iterlocutor”; llamamos amigos o seguidores a quienes llegamos o quienes nos responden, tanto así que alguien se puede jactar que tiene más de 1.000 amigos en la red y esto es relevante al momento de analizar el tema comunicacional, ya que, el concepto amistad también se comienza a perder su real significado. Se pueden dar muchos más ejemplos de las características de estas conversaciones digitales, pero lo importante es que los medios nos han dado inmediatez, pero nos han separado cada vez más de las personas, de la familia, de los amigos. Por ejemplo,  ya no es necesario ir a visitar a un amigo para su cumpleaños, solo le envío un mensaje.


La comunicación tiene implicaciones absolutamente distintas. Trataré de mencionar solo las dimensiones no tan evidentes dejando de lado lo que todos conocemos (mensaje, emisor, receptor, etc).
Lo primero y tal vez lo más importante tiene que ver con la disposición interna de ambas partes, la verdadera comunicación demanda un esfuerzo por querer darse a entender y por comprender lo que me quieren decir (asertividad y empatía). La comunicación debe ser como un baile armonioso entre las partes, donde el éxito es para todos los participantes.
La comunicación involucra el dar, recibir, ceder, entregar,  compartir y aceptar. Cada una de estas etapas son vitales en las que se debe generar un espacio común (comunicarnos), si no se genera ese espacio común, no hay comunicación. Por lo tanto yo doy algo ( una noticia, un mensaje, un afecto, una opinión, un reto, una felicitación, etc), pero alguien debe recibir esto activamente (escucha activa), tratando de comprender lo que se quiere decir y abriéndome al mensaje y al interlocutor; con esto yo debo ceder en mi resistencia al escuchar y a la argumentación que me dan, debo ponerme en la situación del otro y permitiendo hacer entrar el mensaje (puede ser una emoción); luego entrego una respuesta, que puede ser una opinión, un feedback, otra emoción, etc; en este verdadero dialogo vamos compartiendo juntos hasta llegar a la aceptación en conjunto.  Esto es solo parte de la comunicación.
En estos días hemos escuchado muy seguido “estamos dispuesto al dialogo”. Pero no se ve la disposición interna para hacerlo, no se observan las ganas de dar, recibir, ceder, entregar,  compartir y aceptar. Incluso se puede llegar a pensar, que para las partes,  en posiciones tan cerradas el dialogo puede ser “peligroso”, porque en definitiva se corre el riesgo de llegar a un acuerdo, que resulta altamente no deseable para conquistar adherentes, votos, simpatías o para mantener a los aliados. En estos términos nunca va a existir comunicación. Por otro lado los jóvenes de hoy, como viven en la era de la conversación digital, quieren respuestas rápidas, del tipo si o no, y la respuesta de ellos puede ser me gusta o no me gusta, pero sentarse a debatir y a negociar no está en el chip de ellos, es demasiado largo e involucra abstracción, término que no existe en las conversaciones digitales.  Por otro lado los adultos no entienden esta nueva era, y tampoco hacen el esfuerzo de entenderla. Además si le agregamos intereses políticos a este tema, entramos en un círculo vicioso que no tiene salida.
La solución es que las partes tengan disposición interna a dar, recibir, ceder, entregar,  compartir y aceptar. Se ve difícil, pero comunicarse es más fácil de lo que se ve.
Lamentablemente, “El mundo de hoy es más pequeño, pero más distante”